Aunque en ese momento me sentí muy triste, el Señor puso en mi camino esa mujer que entendió que nadie debe ser menospreciado por sus dificultades sociales y de aprendizaje para que me diera aliento para seguir luchando por mi hijo, por sus capacidades y por que tenga las mismas oportunidades y derechos que cualquier niño.
Decidimos con mi esposo que al ver el interés de nuestro hijo Samuelito por la música, podríamos intentar que asistiera a clase de guitarra en compañía de su hermano. Sería un lindo tiempo para que compartieran, ya que el año pasado lo habían hecho en una clase de Técnica Vocal y fue maravilloso como pudieron compartir..
Como es costumbre al iniciar cualquier actividad y tener nuevo profesor, nuevos compañeros y empezar algo nuevo, me acerqué al profesor a explicarle sobre la condición de mi hijo, para que permitiera mi ingreso como tutora; me manifestó que se debía pedir autorización.
Mi hijo se encontraba algo disperso y con poca atención a las instrucciones que se estaban dando, al comienzo es un poco difícil para él adaptarse a algo nuevo. En un momento tuve que salir a solicitar la autorización y le dije a Samuelito que no tardaba, que quedaba con su hermano, el profesor y los compañeros; yo salí a solicitar que me dieran la autorización, sin embargo en mi ausencia mi hijo se alteró, lloró y estaba un poco alterado e hizo la llamada pataleta. Al llegar tuve que enfrentarme a la crítica, el juzgamiento, el menosprecio y la humillación de los otros padres, quienes me decían que era el colmo que no me hiciera cargo, que mi hijo estaba molestando a los demás y que tenía que encargarme de que no afectara a sus hijos, yo les expliqué que mi hijo tenía autismo y que había tenido que salir por la autorización, pero la verdad poco y nada les interesó y siguieron con sus comentarios No entienden que nadie debe ser menospreciado.
Ingrese al salón y lagrimas empezaron a caer mientras le preguntaba al profesor que había sucedido, en efecto mi hijo estaba alterado y estaba llorando descontrolado.
Lo saqué del salón y llorando fui a retirarlo de la clase, sin embargo en medio de mi dolor encontré a una mujer de nombre Adriana, quien trabaja en el área de capacitación de Compensar y me recordó que mi hijo tenía los mismos derechos a estar en la clase; por un momento en medio de el dolor olvidé que llevo 8 años luchando por esto y que somos nosotros como padres los que debemos buscar que sean tratados como personas con los mismos derechos que todos y abrir los espacios para que puedan desarrollarse, sin embargo hay momentos en los que preferimos retirarnos en medio de la humillación y el dolor.
Ella se dirijo conmigo al salón y les hablo a los niños y a sus padres haciéndoles ver la importancia de respetar los procesos de cada uno, los derechos de todos para tener las mismas posibilidades y oportunidades, que la institución apoyaba el proceso de Samuelito y que podía ingresar a los cursos de la misma manera que pudiera hacerlo cualquier otro niño.
Aunque en ese momento me sentí muy triste, el Señor puso en mi camino esa mujer para que me diera aliento para seguir luchando por mi hijo, por sus capacidades y por que tenga las mismas oportunidades y derechos que cualquier niño. Luchemos porque nadie debe ser menospreciado bajo ninguna circunstancia.
Hace muchos años que mi corazón no se sentía tan triste por la cruel realidad a la que nos enfrentamos los padres de niños con TEA. El dolor de tener un hijo con necesidades especiales en una sociedad cruel, egoísta, que lastima y hiere.
Se que que hay muchos padres que sufren y se ven enfrentados a situaciones difíciles y dolorosas, esta es una realidad que lastima y te recuerda que aunque es difícil este mundo para nuestros hijos, debemos seguir siendo esa voz que luche por la igualdad, por que sean tratados con derechos y por que sean aceptados en esta sociedad ya que tienen mucho que aportar y mientras tengan los ajustes que necesitan, podremos ver que nos sorprenden con sus habilidades. No olvidemos que nadie debe ser menospreciado.
“No queremos cambiar a nuestros hijos si no hacer la mejor versión de ellos mismos“
Amados, amémonos unos a otros, porque el amor es de Dios, y todo el que ama es nacido de Dios y conoce a Dios. 1 Juan 4:7