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Esta historia comienza desde que Samuelito tenía 3 años, y yo, como cualquier madre creativa, le hice unos pancakes en forma de perro. Cuando los vio entró en pánico y lloró amargamente; yo no sabía que tenía mi hijo y me extrañó su comportamiento; sin embargo, después de casi 4 años y ya sabiendo su diagnóstico, me di cuenta que le tenía pánico a los perros y que al tomar todo de una manera textual, veía a un perro en vez de pancakes.

Como familia el pensar tener un perro era una locura y nos negabamos rotundamente a siquiera contemplarlo, sin embargo, nuestro hijo Gabriel llevaba casi 3 años pidiéndonos un perro y nosotros siempre nos negamos; hace 2 meses tuvimos la oportunidad de estar cerca de una perrita callejera que tuvo 6 cachorros y Gabriel empezó a crear una relación muy especial con Chispis, como le llamó al perrito; por estos meses oró sin parar para que se lo dejáramos tener y el Señor tocó nuestro corazón y accedimos, claro que con mucho temor por la reacción de Samuelito.

Hoy llevamos 2 semanas con Chispis y quiero contarles que la trasformación ha sido muy especial, los chicos con TEA pueden generar una relación muy especial con estos animalitos.

Cada caso es diferente, cada persona es diferente, sin embargo, invito a todas las familias a tener en cuenta, que tener una mascota tal vez pueda ser de mucha ayuda para estos chicos.

Un abrazo y bendiciones para todos.

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